miércoles, 13 de abril de 2011

Alerta INMINENTE......UN TSUNAMI EN EL PÁRAMO DE SANTURBAN

Es claro que sin Agua la vida seria inexistente.  Como existe el riesgo inminente de la contaminación debido a la explotación  minera, debemos preguntarnos   ¿Cambiaríamos conscientemente ya no gato por liebre como le ocurría al comprador engañado por astuto vendedor, sino,  el oro que nutre las entrañas de la tierra, árboles y pájaros, agua, montañas, lagunas y ríos, por cianuro, escombreras, desolación, muerte y vil metal que corrompe las consciencias y ante el cual, recordando al poeta, sin utilidad alguna, se humillan muchos habitantes de este planeta?

Nos preguntamos, ¿Se justifica  poner en riesgo tantos bienes esenciales para la vida misma, a cambio de obtener los pingues beneficios prometidos?  Hay algún lugar de Colombia donde se haya dado un buen uso a las regalías? Que quedó para los pueblos después de la extracción de los recursos naturales? Basta echar una mirada para ver que además de una naturaleza desolada,  y del tufo maloliente de  politiquero  ahíto e insaciable, solo ha quedado miseria y desolación donde antes había vida.  Ante la  ambición –costal sin fondo- fácilmente llegamos a  pensar, oh tristeza, que los minerales preciosos son una desgracia para la humanidad, pues para obtener lo que ilusamente pensamos que con el dinero se puede comprar,  no reparamos en sacrificar aunque sea a nuestra misma madre, la pacha mama.

Si el ORO no es sustituto del AGUA, ¿Por qué las políticas mineras  se diseñaron para que feriemos a cualquier postor nuestros recursos naturales, aunque sea a costa de sacrificar nuestra biodiversidad?. Riqueza inmensa que tiene Colombia, pero cada día un poco menos,  y que no tiene Europa, ni América del norte, y que las mismas compañías mineras acabaron hace mucho tiempo en África, continente expoliado y miserable al que cada día nos parecemos un poco más.
 
Frente a los megaproyectos mineros, y también frente a toda clase de minería que, como una mecha prendida  recorre la geografía patria y  reduce a escombros todo lo que antes fue vida, agua, animales, árboles, pájaros, flores y paisaje, los colombianos de bien hemos de librar una singular y desigual lid, que bien podría ser parecida a la lucha  que sostienen, por ejemplo, un pájaro con una guayaba madura; un tigre con un burro amarrado, un ser humano frente a una catástrofe natural… y pare de contar.

Una de las  “locomotoras“, que jalonará la economía del país, y a nosotros hacia el abismo,  tiene asándonos en brasa a los habitantes de esta región, por cuenta del proyecto que planea desarrollarse en pleno  Páramo.
 La Greystar Resources Ltda,  habiéndonos tenido en vilo por cuenta de la solicitud de la licencia para realizar la explotación de oro, después de haber defendido a capa y espada las supuestas e irreales bondades del proyecto, intempestivamente anunció por boca del ministro de Minas, él mismo que apoya la minería con estándares,  que retiraban la  solicitud elevada ante el Ministerio de Ambiente.

En Colombia y en el cuento del bobo: “De tan bueno no dan tanto”, es más: ¡De tan bueno no dan nada!. Por eso, después del júbilo inicial,  nos surgieron algunas preguntas ¿Qué pasó en realidad?  ¿ la junta directiva del gigante de la minería se volvió respetuosa del medio ambiente? El gobierno, cosa improbable, les dejó saber que la licencia no sería concedida? Sería que el tsumani  que azotó al Japón los hizo reflexionar a cerca de la responsabilidad moral y social de cada uno de nuestros actos?

Un tsunami, eso es. Está claro: el mar se ha retirado, expectantes nos quedamos con la boca abierta frente al océano, maravillados con los prodigios de la naturaleza, y antes de que cante un gallo ya habremos sido devorados por la inmensa y devastadora  ola que furiosa y recargada volverá con ímpetu, sin lugar a dudas, a reclamar las mismas licencias, ante los mismos gobiernos, pero ya no “a cielo abierto” como lo pretendían, sino subterráneamente como lo han venido haciendo desde hace mucho tiempo,  en California y en Vetas, como lo seguirán haciendo en cada rincón de esta geografía huérfana de dolientes.

Como la esperanza es lo último que se pierde, anhelamos que se cumpla con los preceptos de la ingente normatividad  garantista de la protección de los recursos naturales, y con la promesa del, primer defensor del proyecto minero, el titular de esa cartera, cuyas prometedoras y dulces  palabras  aún retumban en nuestros oídos: “No habrá explotación minera en los páramos” , lástima que mientras eso decía, su nariz inevitablemente crecía.

Por: Simón el Bobito

No hay comentarios:

Publicar un comentario